De origen kazajo y nacionalizado ruso, Timur Bekmambetov es uno de los auténticos gam­berros del cine contemporáneo. No teme nunca jugar con las imágenes y sus posibilidades expre­sivas, incluso si ello supone prostituirlas a bajo coste. De ello dejan constancia trabajos hoy de culto como Wanted (Se busca), socarrona adap­tación del cómic homónimo de J.G. Jones y Mark Millar, o Abraham Lincoln: Cazador de vampiros, divertida ficción capaz de urdir una tenebrosa re­flexión sobre los orígenes de la América contem­poránea. Y todo ello sin contar con la chatarrera trayectoria en su país natal, merecedora de un de­sarrollo aparte. Todas las cualidades de su queha­cer creativo, que lo convierten en un vulgar auteur de tomo y lomo, son magnificadas en esta oca­sión por el hecho de que aborde el clásico de Wi­lliam Wyler de 1959, inspirado a su vez en la mí­tica novela de Lewis Wallace, para transformarlo en un espectáculo veraniego a la altura de nues­tros tiempos. El enfrentamiento entre Judá Ben-Hur y Mesala confluye nuevamente en una carrera de cuádrigas capaz de quitarnos el hipo, solo que ahora nos recordará fácilmente a un filme de Mi­chael Bay o Justin Lin.

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