Crítica:
El mito de "Blancanieves" del revés pero no lo suficiente; Tarsem Singh cuida mucho el envoltorio pero no tiene nada que contar
- Autor:
Roberto Piorno
- Fecha:
Lo mejor:
Armie Hammer, parece un príncipe de película Disney de verdad
Lo peor:
Padece una crisis de identidad muy aguda
Valoración GDO
Valoración usuarios
- Género: Fantástica
- Fecha de estreno: 23/03/2012
- Director:
Tarsem Singh
- Actores:
Julia Roberts (Reina malvada), Lily Collins (Blancanieves), Armie Hammer (Príncipe Andrew Alcott), Sean Bean (El Rey), Nathan Lane (Brighton), Mare Winningham (Margaret), Michael Lerner (Barón), Robert Emms (Renbock)
- Nacionalidad y año de producción:
EE.UU.,
2012
- Calificación: Todos los públicos
Tarsem Singh tiene una idea estética muy precisa de la Blancanieves que quiere; el diseño de producción es la estrella, y la mezcla de elementos clásicos del cuento occidental arcaico, y de la narrativa oriental de influencia árabe es la carta de presentación de una película profundamente confundida. Singh es un director con mundo visual propio, eso nadie se lo niega; sucede que la exuberante opulencia de sus muy elaborados decorados y vestuarios tiende a resultar chillón con demasiada frecuencia.
El invento funcionó una vez, con la evocadora The Fall, pero naufragó todas las demás, empezando por la reciente e infumable Immortals, que reflejaba el caprichoso gusto formal de un director demasiado empeñado en hacer méritos como decorador y creador de espacios sugerentes. La historia, deducimos cuatro películas después, se la trae sin cuidado, en cualquier contexto encuentra coartada para colocar cúpulas bizantinas, mocárabes o arcos de herradura. Blancanieves (Mirror, Mirror) te entra por los ojos, aunque no necesariamente para bien. El barroquismo escénico marca de la casa comienza a fatigar, y más si debajo de la burbuja visual no hay nada.
Y en efecto aquí no hay nada más que un estéril intento por buscarle las cosquillas a la ingenuidad cursi del cuento de hadas tradicional. Singh no sabe qué camino quiere tomar; por un lado mirar el cuento con la nostalgia inmóvil de una fábula plana y anacrónica sería un sinsentido en los tiempos que corren. Por otro ponerse serio y fruncir el ceño para contar historia tan menuda sería ridículo; la solución es una vía media que ni come ni deja comer.
Singh plantea un híbrido entre una lectura posmoderna y contemporánea del cuento en plan Caperucita roja ¿a quién tienes miedo? , con moralejas remozadas y roles femeninos actualizados, y una parodia abiertamente cruel y sarcástica en línea con Encantada de Kevin Lima. Al final Blancanieves (Mirror, Mirror) no es ni lo uno ni lo otro; flirtea con el escarnio pero a distancia, con una formalidad incomprensible, y a la vez desnutre el romance y la rivalidad de divas en mitad de una indecisión notable.
No sabe exactamente, de hecho, qué película quiere ser; quiere soltarse el pelo, pero no demasiado, homenajear la esencia del cuento, pero no demasiado, sobar los estereotipos del género pero no demasiado, reinventarlos pero por lo bajini, en plan discreto. El resultado es una película insípida y sin propósito, que juega a ser muchas cosas sin ser ninguna y que nunca es capaz de justificarse y poner en claro los mismos porqués de su prescindible existencia. Al final ni es homenaje ni es comedia; es un todo en uno que no satisface a nadie; los niños se pierden sin querer y los adultos se pierden queriendo. Sales del cine sin tener una sola pista de por qué la hicieron, o mejor dicho, preguntándote por qué demonios no se la ahorraron.
- Autor: Roberto Piorno
- Fecha:

Lo mejor:
Armie Hammer, parece un príncipe de película Disney de verdad
Lo peor:
Padece una crisis de identidad muy aguda
Valoración usuarios
- Género: Fantástica
- Fecha de estreno: 23/03/2012
- Director: Tarsem Singh
- Actores: Julia Roberts (Reina malvada), Lily Collins (Blancanieves), Armie Hammer (Príncipe Andrew Alcott), Sean Bean (El Rey), Nathan Lane (Brighton), Mare Winningham (Margaret), Michael Lerner (Barón), Robert Emms (Renbock)
- Nacionalidad y año de producción: EE.UU., 2012
- Calificación: Todos los públicos
Tarsem Singh tiene una idea estética muy precisa de la Blancanieves que quiere; el diseño de producción es la estrella, y la mezcla de elementos clásicos del cuento occidental arcaico, y de la narrativa oriental de influencia árabe es la carta de presentación de una película profundamente confundida. Singh es un director con mundo visual propio, eso nadie se lo niega; sucede que la exuberante opulencia de sus muy elaborados decorados y vestuarios tiende a resultar chillón con demasiada frecuencia.
El invento funcionó una vez, con la evocadora The Fall, pero naufragó todas las demás, empezando por la reciente e infumable Immortals, que reflejaba el caprichoso gusto formal de un director demasiado empeñado en hacer méritos como decorador y creador de espacios sugerentes. La historia, deducimos cuatro películas después, se la trae sin cuidado, en cualquier contexto encuentra coartada para colocar cúpulas bizantinas, mocárabes o arcos de herradura. Blancanieves (Mirror, Mirror) te entra por los ojos, aunque no necesariamente para bien. El barroquismo escénico marca de la casa comienza a fatigar, y más si debajo de la burbuja visual no hay nada.
Y en efecto aquí no hay nada más que un estéril intento por buscarle las cosquillas a la ingenuidad cursi del cuento de hadas tradicional. Singh no sabe qué camino quiere tomar; por un lado mirar el cuento con la nostalgia inmóvil de una fábula plana y anacrónica sería un sinsentido en los tiempos que corren. Por otro ponerse serio y fruncir el ceño para contar historia tan menuda sería ridículo; la solución es una vía media que ni come ni deja comer.
Singh plantea un híbrido entre una lectura posmoderna y contemporánea del cuento en plan Caperucita roja ¿a quién tienes miedo? , con moralejas remozadas y roles femeninos actualizados, y una parodia abiertamente cruel y sarcástica en línea con Encantada de Kevin Lima. Al final Blancanieves (Mirror, Mirror) no es ni lo uno ni lo otro; flirtea con el escarnio pero a distancia, con una formalidad incomprensible, y a la vez desnutre el romance y la rivalidad de divas en mitad de una indecisión notable.
No sabe exactamente, de hecho, qué película quiere ser; quiere soltarse el pelo, pero no demasiado, homenajear la esencia del cuento, pero no demasiado, sobar los estereotipos del género pero no demasiado, reinventarlos pero por lo bajini, en plan discreto. El resultado es una película insípida y sin propósito, que juega a ser muchas cosas sin ser ninguna y que nunca es capaz de justificarse y poner en claro los mismos porqués de su prescindible existencia. Al final ni es homenaje ni es comedia; es un todo en uno que no satisface a nadie; los niños se pierden sin querer y los adultos se pierden queriendo. Sales del cine sin tener una sola pista de por qué la hicieron, o mejor dicho, preguntándote por qué demonios no se la ahorraron.