Crítica:
Todos somos comanches.
- Autor:
Ignacio Pablo Rico
- Fecha:
Lo mejor:
Su inteligente relectura de los westerns de atracos en un sur de Estados Unidos machacado por la recesión.
Lo peor:
Con mayores ambiciones, podría haber sido una cinta verdaderamente sobresaliente.
Valoración GDO
Valoración usuarios
- Género: Drama
- Fecha de estreno: 30/12/2016
- Director:
David Mackenzie
- Actores:
Dale Dickey (Elsie), Ben Foster (Tanner Howard), Chris Pine (Toby Howard), Jeff Bridges (Marcus Hamilton), Gil Birmingham (Alberto Parker), William Sterchi (Sr. Clauson), Buck Taylor (Anciano)
- Nacionalidad y año de producción:
EE.UU.,
2016
- Calificación: No recomendada menores de 12 años
A estas alturas, resultaría insostenible insistir en aquellos trasnochados discursos acerca de la caducidad del western como género. Dejan constancia de ello títulos reveladores en su afán a veces refrescante, a veces renovador, como Valor de ley, Appaloosa, The Homesman, The Dark Valley, Django desencadenado, The Salvation, Forsaken o Diablo, además de dos películas estrenadas en 2016 que actualizaban el legado y encontraban nuevos horizontes en términos de representación: Los odiosos ocho, El renacido y Bone Tomahawk.
Convertido en uno de los registros de moda, el británico David Mackenzie sigue en Comanchería los pasos de su compatriota John Maclean (autor de la curiosa Slow West) y es el último en sumarse a la tendencia.
Aunque Comanchería dista de ser una película excelente, su solidez y seriedad resultan innegables: nos referimos a la suma corrección con que están articulados realización y diálogos; a la sugerente plasmación de un paisaje en crisis, engullendo a los personajes, que recuerda antes a Juan Rulfo que a Anthony Mann; y a unos Chris Pine, Ben Foster y Jeff Bridges en estado de gracia. Estas virtudes, sumadas a un par de escenas de inspiración evocativa -entre ellas, un desenlace improbable que adivina un futuro luminoso a través de un pacto entre personajes antagónicos- y a una relectura crepuscular de las películas de bandoleros, inteligentemente ligada a un presente que ha convertido al hombre de a pie en un comanche que ni siquiera gobierna sobre sus propias llanuras, disculpan el perfil bajo del filme y un guion a veces llanamente explicativo.
- Autor: Ignacio Pablo Rico
- Fecha:

Lo mejor:
Su inteligente relectura de los westerns de atracos en un sur de Estados Unidos machacado por la recesión.
Lo peor:
Con mayores ambiciones, podría haber sido una cinta verdaderamente sobresaliente.
Valoración usuarios
- Género: Drama
- Fecha de estreno: 30/12/2016
- Director: David Mackenzie
- Actores: Dale Dickey (Elsie), Ben Foster (Tanner Howard), Chris Pine (Toby Howard), Jeff Bridges (Marcus Hamilton), Gil Birmingham (Alberto Parker), William Sterchi (Sr. Clauson), Buck Taylor (Anciano)
- Nacionalidad y año de producción: EE.UU., 2016
- Calificación: No recomendada menores de 12 años
A estas alturas, resultaría insostenible insistir en aquellos trasnochados discursos acerca de la caducidad del western como género. Dejan constancia de ello títulos reveladores en su afán a veces refrescante, a veces renovador, como Valor de ley, Appaloosa, The Homesman, The Dark Valley, Django desencadenado, The Salvation, Forsaken o Diablo, además de dos películas estrenadas en 2016 que actualizaban el legado y encontraban nuevos horizontes en términos de representación: Los odiosos ocho, El renacido y Bone Tomahawk.
Convertido en uno de los registros de moda, el británico David Mackenzie sigue en Comanchería los pasos de su compatriota John Maclean (autor de la curiosa Slow West) y es el último en sumarse a la tendencia.
Aunque Comanchería dista de ser una película excelente, su solidez y seriedad resultan innegables: nos referimos a la suma corrección con que están articulados realización y diálogos; a la sugerente plasmación de un paisaje en crisis, engullendo a los personajes, que recuerda antes a Juan Rulfo que a Anthony Mann; y a unos Chris Pine, Ben Foster y Jeff Bridges en estado de gracia. Estas virtudes, sumadas a un par de escenas de inspiración evocativa -entre ellas, un desenlace improbable que adivina un futuro luminoso a través de un pacto entre personajes antagónicos- y a una relectura crepuscular de las películas de bandoleros, inteligentemente ligada a un presente que ha convertido al hombre de a pie en un comanche que ni siquiera gobierna sobre sus propias llanuras, disculpan el perfil bajo del filme y un guion a veces llanamente explicativo.