Crítica:
El oficio musical como metáfora de la vida en un drama defendido con un impagable derroche de talento por cuatro actores extraordinarios
- Autor:
Roberto Piorno
- Fecha:
Lo mejor:
Cuatro actorazos en estado de gracia
Lo peor:
La metáfora musical es un poco basta
Valoración GDO
Valoración usuarios
- Género: Drama
- Fecha de estreno: 23/08/2013
- Director:
Yaron Zilberman
- Actores:
Catherine Keener (Juliette Gelbart), Christopher Walken (Peter Mitchell), Philip Seymour Hoffman (Robert Gelbart), Mark Ivanir (Daniel Lerner), Imogen Poots (Alexandra Gelbart), Madhur Jaffrey (Dr. Nadir), Liraz Charhi (Pilar), Wallace Shawn (Pilar)
- Nacionalidad y año de producción:
EE.UU.,
2012
- Calificación: Todos los públicos
La vida como sinfonía, como adagio o allegro, concierto o ensayo, la música como catalizadora de emociones, como instrumento de confesión en la miserable inercia de la rutina. Pocos estereotipos más manidos, menos sofisticados, para disertar acerca de la vida desde la música y viceversa. Ni rastro de sutilezas en lo nuevo de Yaron Zilberman, bien al contrario.. El último concierto, de hecho, tiene ahí, en ese elemental eco simbólico, el talón de Aquiles, el punto flaco.
La metáfora es tan obvia, tan poco elaborada, tan previsible, que a primera vista la película se posiciona como el melodrama espeso y de recursos fáciles que luego resulta no ser. Imposible, no obstante, desentenderse de las emociones al límite, del abismo sentimental que frecuentan estos cuatro músicos en la encrucijada si se esconden tras los rostros de cuatro actores tan extraordinarios. Más allá de la metáfora de perogrullo, del escaso feeling con lo sutil, la cinta de Zilberman se defiende sola con semejante elenco a su servicio.
Cierto también que los conflictos, envidias, rencores y nocivas dependencias que llevan a mal traer a los cuatro genios que acarician las cuerdas de los instrumentos de esta orquesta en proceso de desguace, se materializan y ensamblan con oficio. Zilberman deja respirar a sus personajes, sorteando con cintura, afortunadamente la tentación de arrojarse por la pendiente del melodrama, y ese es el mayor de sus éxitos. Pero no es menos cierto que por momentos El último concierto flirtea con los grandes temas de una ficción televisiva de personalidades tibias y torpemente genérica.
Pero Zilberman sortea las dificultades disipando dudas, elevando la entidad de la música. Nada grave, de hecho, porque Phillip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Christopher Walken y Mark Ivanir son de esos actores que se bastan solos para llevar un guion con desajustes a buen puerto. Cuatro interpretaciones de Oscar que valen holgadamente por sí mismas lo que cuesta entrar al cine
- Autor: Roberto Piorno
- Fecha:

Lo mejor:
Cuatro actorazos en estado de gracia
Lo peor:
La metáfora musical es un poco basta
Valoración usuarios
- Género: Drama
- Fecha de estreno: 23/08/2013
- Director: Yaron Zilberman
- Actores: Catherine Keener (Juliette Gelbart), Christopher Walken (Peter Mitchell), Philip Seymour Hoffman (Robert Gelbart), Mark Ivanir (Daniel Lerner), Imogen Poots (Alexandra Gelbart), Madhur Jaffrey (Dr. Nadir), Liraz Charhi (Pilar), Wallace Shawn (Pilar)
- Nacionalidad y año de producción: EE.UU., 2012
- Calificación: Todos los públicos
La vida como sinfonía, como adagio o allegro, concierto o ensayo, la música como catalizadora de emociones, como instrumento de confesión en la miserable inercia de la rutina. Pocos estereotipos más manidos, menos sofisticados, para disertar acerca de la vida desde la música y viceversa. Ni rastro de sutilezas en lo nuevo de Yaron Zilberman, bien al contrario.. El último concierto, de hecho, tiene ahí, en ese elemental eco simbólico, el talón de Aquiles, el punto flaco.
La metáfora es tan obvia, tan poco elaborada, tan previsible, que a primera vista la película se posiciona como el melodrama espeso y de recursos fáciles que luego resulta no ser. Imposible, no obstante, desentenderse de las emociones al límite, del abismo sentimental que frecuentan estos cuatro músicos en la encrucijada si se esconden tras los rostros de cuatro actores tan extraordinarios. Más allá de la metáfora de perogrullo, del escaso feeling con lo sutil, la cinta de Zilberman se defiende sola con semejante elenco a su servicio.
Cierto también que los conflictos, envidias, rencores y nocivas dependencias que llevan a mal traer a los cuatro genios que acarician las cuerdas de los instrumentos de esta orquesta en proceso de desguace, se materializan y ensamblan con oficio. Zilberman deja respirar a sus personajes, sorteando con cintura, afortunadamente la tentación de arrojarse por la pendiente del melodrama, y ese es el mayor de sus éxitos. Pero no es menos cierto que por momentos El último concierto flirtea con los grandes temas de una ficción televisiva de personalidades tibias y torpemente genérica.
Pero Zilberman sortea las dificultades disipando dudas, elevando la entidad de la música. Nada grave, de hecho, porque Phillip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Christopher Walken y Mark Ivanir son de esos actores que se bastan solos para llevar un guion con desajustes a buen puerto. Cuatro interpretaciones de Oscar que valen holgadamente por sí mismas lo que cuesta entrar al cine