Crítica:
Los niños que no fueron niños.
- Autor:
Roberto Piorno
- Fecha:
Lo mejor:
Un excelente estudio de personajes.
Lo peor:
Un happy ending incoherente con el tono global de la cinta.
Valoración GDO
Valoración usuarios
- Género: Drama
- Fecha de estreno: 25/07/2014
- Director:
Destin Cretton
- Actores:
Brie Larson (Grace), John Gallagher Jr. (Mason), Stephanie Beatriz. (Jessica), Rami Malek (Nate), Alex Calloway (Sammy), Kevin Hernandez (Luis), Lydia Du Veaux (Kendra), Lakeith Lee Stanfield (Marcus), Frantz Turner (Jack), Kaitlyn Dever (Jayden), Diana Maria Riva (enfermera Beth)
- Nacionalidad y año de producción:
EE.UU.,
2013
- Calificación: No recomendada menores de 12 años
Como un limbo, a caballo entre el cielo y el infierno, la redención y la ruina, se yergue ese centro de acogida temporal, que da título a la cinta en su versión original, cementerio de sueños rotos de un puñado de chavales sin brújula, que navegan por la vida al borde del naufragio. Abusos sexuales, familias disfuncionales, conflictos generacionales, violencia callejera...un completo catálogo de cortocircuitos preadultos que son el combustible de la vida destartalada de Grace, que encontró un norte ayudando a los adolescentes estrellados a encontrar el suyo, abriendo una brecha entre su pasado, un suplicio en manos de un padre violador y alcohólico, y el presente, un horizonte de realización profesional y aparente estabilidad sentimental.
Esas son las dos vidas de Grace, permanentemente en conflicto, porque ni el pasado acierta a dar sentido al presente ni viceversa. Y esa escisión entre lo que Grace fue y lo que le gustaría poder ser es el sugerente espacio en el que se mueve Destin Daniel Cretton, que retrata el espinoso universo de los adolescentes desfavorecidos como una realidad poliédrica, de tal manera que cada pieza, cada oveja descarriada en la vida de la atribulada protagonista, ejerce de sutil pero determinante ingrediente del desconcierto existencial de Grace, retratada con muchos matices por la inspirada Brie Larsson.
Cretton describe con precisión quirúrgica el día a día de ese universo de infancias ultrajadas, de ese hospital emocional en el que unos y otros intentan encontrar fuerza y motivación para salir del agujero negro, para caminar hacia adelante. Sin énfasis melodramático alguno, con la paciencia y la equidistancia que el relato pide a gritos, Cretton logra tomarle el pulso a la descarnada tragedia de Grace y alrededores sin necesidad de ponerse sentimental, desgranando la rutina infernal de un puñado de personajes varados en el dolor, pululando por un laberinto de desazón y desarraigo real como la vida misma, muy auténtico, dramatizado con mucho gusto.
Las vidas de Grace (Short Term 12) arrastra algunos tics de autocomplacencia indie y, digámoslo así, sobrevive a los deslices de un desenlace aritméticamente perfecto, en el que Cretton deja que se filtre demasiada luz, traicionando la aspereza y el rigor dramático característico de una película que, simplemente, se debilita en el final para dejar buen sabor de boca por las bravas. Un defecto que, con todo, no empaña la austeridad modélica que define el lúcido estudio de personajes, y la mirada gélida y sin concesiones a la soledad y el silencio inhóspito de esos niños que nunca fueron niños.
- Autor: Roberto Piorno
- Fecha:

Lo mejor:
Un excelente estudio de personajes.
Lo peor:
Un happy ending incoherente con el tono global de la cinta.
Valoración usuarios
- Género: Drama
- Fecha de estreno: 25/07/2014
- Director: Destin Cretton
- Actores: Brie Larson (Grace), John Gallagher Jr. (Mason), Stephanie Beatriz. (Jessica), Rami Malek (Nate), Alex Calloway (Sammy), Kevin Hernandez (Luis), Lydia Du Veaux (Kendra), Lakeith Lee Stanfield (Marcus), Frantz Turner (Jack), Kaitlyn Dever (Jayden), Diana Maria Riva (enfermera Beth)
- Nacionalidad y año de producción: EE.UU., 2013
- Calificación: No recomendada menores de 12 años
Como un limbo, a caballo entre el cielo y el infierno, la redención y la ruina, se yergue ese centro de acogida temporal, que da título a la cinta en su versión original, cementerio de sueños rotos de un puñado de chavales sin brújula, que navegan por la vida al borde del naufragio. Abusos sexuales, familias disfuncionales, conflictos generacionales, violencia callejera...un completo catálogo de cortocircuitos preadultos que son el combustible de la vida destartalada de Grace, que encontró un norte ayudando a los adolescentes estrellados a encontrar el suyo, abriendo una brecha entre su pasado, un suplicio en manos de un padre violador y alcohólico, y el presente, un horizonte de realización profesional y aparente estabilidad sentimental.
Esas son las dos vidas de Grace, permanentemente en conflicto, porque ni el pasado acierta a dar sentido al presente ni viceversa. Y esa escisión entre lo que Grace fue y lo que le gustaría poder ser es el sugerente espacio en el que se mueve Destin Daniel Cretton, que retrata el espinoso universo de los adolescentes desfavorecidos como una realidad poliédrica, de tal manera que cada pieza, cada oveja descarriada en la vida de la atribulada protagonista, ejerce de sutil pero determinante ingrediente del desconcierto existencial de Grace, retratada con muchos matices por la inspirada Brie Larsson.
Cretton describe con precisión quirúrgica el día a día de ese universo de infancias ultrajadas, de ese hospital emocional en el que unos y otros intentan encontrar fuerza y motivación para salir del agujero negro, para caminar hacia adelante. Sin énfasis melodramático alguno, con la paciencia y la equidistancia que el relato pide a gritos, Cretton logra tomarle el pulso a la descarnada tragedia de Grace y alrededores sin necesidad de ponerse sentimental, desgranando la rutina infernal de un puñado de personajes varados en el dolor, pululando por un laberinto de desazón y desarraigo real como la vida misma, muy auténtico, dramatizado con mucho gusto.
Las vidas de Grace (Short Term 12) arrastra algunos tics de autocomplacencia indie y, digámoslo así, sobrevive a los deslices de un desenlace aritméticamente perfecto, en el que Cretton deja que se filtre demasiada luz, traicionando la aspereza y el rigor dramático característico de una película que, simplemente, se debilita en el final para dejar buen sabor de boca por las bravas. Un defecto que, con todo, no empaña la austeridad modélica que define el lúcido estudio de personajes, y la mirada gélida y sin concesiones a la soledad y el silencio inhóspito de esos niños que nunca fueron niños.