Los canallas (Les salauds) es una historia desoladora, hipnótica, difícil de borrar de la retina después de salir de la sala de cine. No es lineal ni quiere serlo, entra dentro de la categoría de la pesadilla, de la tentación dentro de lo cotidiano y de los caminos sinuosos que llevan de la luz del día a la oscuridad mas absoluta. Un hombre, Vincent Lindon, regresa del mar para ayudar a su hermana que acaba de enviudar. Su sobrina que ha sido hallada vagando desnuda por las calles con tan solo unos tacones está ingresada en un hospital psiquiátrico. La mirada de la directora Claire Denis, es tan personal que, al mismo tiempo que no podemos abstraernos del estado de ánimo que impregna cada plano, ella nos está sugiriendo otras alternativas dentro del propio cuadro. Juega con las posibilidades, el filme refleja sus treinta años de experiencia con una nitidez meridiana. La película es un viaje irrepetible, salta en el tiempo, suceden muchas cosas fuera de la pantalla que no obstante podemos imaginarnos. Vincent Lindon demuestra una vez más que es uno de los mejores actores franceses de todos los tiempos. Chiara Mastroianni encarna un personaje tremendo, frágil, difícil de aprehender, pero tan asustada que el miedo la hace terriblemente peligrosa. Descaradamente injusta Los canallas (Les salauds) es como uno de los muchos mundos en que vivimos.

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