Estrenada en su país de origen el año pasado, coincidiendo con el centenario del fallecimiento del famoso escultor galo, Rodin es un filme biográfico con el que el cineasta Jacques Doillon -Ponette (1996), Mis escenas de lucha (2013)- demuestra que se puede honrar con solemnidad el legado de una figura pública y, al mismo tiempo, brindar argumentos renovados que reconfiguran la imagen de la misma acuñada con el tiempo por el aparato histórico y cultural. La estrategia de Doillon pasa por recrear en presente continuo la existencia del Auguste Rodin adulto; por hilvanar, entre elipsis que se atreven a abarcar meses o incluso años, una serie de viñetas de su día a día en los espacios que habitó, especialmente el taller donde elaboró muchas de sus obras. Así, las relaciones con su familia y con Camille Claudel -colaboradora estrecha y gran amor-, la agridulce recepción de crítica y academia a su labor creativa, sus sinsabores cotidianos, se filtran a través del trabajo intuitivo e incansable de Rodin con la escultura, su razón última de vivir. El resultado es una película sin concesiones al melodrama, árida, cómplice hasta las últimas consecuencias de la mentalidad del artista.

Ir a la película >