Crítica:
La parrilla brasileira
- Autor:
Pedro Espinosa
- Fecha: 16/12/2016
Tomamos el pulso del asador criollo que hace una década irrumpiera con brío en nuestra ciudad.
La apertura de Rubaiyat 2006, entonces bajo el nombre de Baby Beef Rubaiyat, sacudió el adormilado género del asador. Cambiando el attrezzo habitual de los restaurantes para carnívoros, esta parrilla criolla procedente de Brasil causó furor entre la concurrencia: espacios amplios y modernos, servicio solicito y eficiente, gran carta de vinos y un pulcro tratamiento de los cortes a la usanza del gigante sudamericano. Hoy, el establecimiento madrileño de una cadena tras cuyo origen está un emigrante gallego, Belarmino Fernández, sigue teniendo una ocupación envidiable, quizá sin tantas dificultades para hacerse con una de sus mesas. El surtido de panes continúa manteniendo el nivel y los aperitivos de rigor –llegan a la mesa inexorablemente-- siguen siendo tan copiosos como intrascendentes. Doradas y tersas las mollejas de ternera, cortadas finas y servidas en una mini parrilla, que funcionan mejor con el ajo asado que con el suave all i oli de limón. El veterano de la casa quizá eche de menos el corte de asado de tira, con su hueso, y corra a refugiarse en la picanha, con la capa de grasa externa que le da sabor. De postre, panqueca de dulce de leche: su contenido en azúcar lo sitúa en el punto de mira de Montoro.
Y además
Apuntes destacados
• Los sábados invernales, feijoada en el bufet. Un guiso de alubias, multitud de carnes y guarniciones con el que resolver la comida.
• Entre los panes, conviene probar el elaborado con yuca y el pão de queijo, pequeños bollos calientes con queso en su masa.
• La moda de las carnes maduradas también ha alcanzado Rubaiyat: para dos personas, de más de 40 y 60 días de cámara.
- Autor: Pedro Espinosa
- Fecha: 16/12/2016
Tomamos el pulso del asador criollo que hace una década irrumpiera con brío en nuestra ciudad.

La apertura de Rubaiyat 2006, entonces bajo el nombre de Baby Beef Rubaiyat, sacudió el adormilado género del asador. Cambiando el attrezzo habitual de los restaurantes para carnívoros, esta parrilla criolla procedente de Brasil causó furor entre la concurrencia: espacios amplios y modernos, servicio solicito y eficiente, gran carta de vinos y un pulcro tratamiento de los cortes a la usanza del gigante sudamericano. Hoy, el establecimiento madrileño de una cadena tras cuyo origen está un emigrante gallego, Belarmino Fernández, sigue teniendo una ocupación envidiable, quizá sin tantas dificultades para hacerse con una de sus mesas. El surtido de panes continúa manteniendo el nivel y los aperitivos de rigor –llegan a la mesa inexorablemente-- siguen siendo tan copiosos como intrascendentes. Doradas y tersas las mollejas de ternera, cortadas finas y servidas en una mini parrilla, que funcionan mejor con el ajo asado que con el suave all i oli de limón. El veterano de la casa quizá eche de menos el corte de asado de tira, con su hueso, y corra a refugiarse en la picanha, con la capa de grasa externa que le da sabor. De postre, panqueca de dulce de leche: su contenido en azúcar lo sitúa en el punto de mira de Montoro.
Y además
Apuntes destacados
• Los sábados invernales, feijoada en el bufet. Un guiso de alubias, multitud de carnes y guarniciones con el que resolver la comida.
• Entre los panes, conviene probar el elaborado con yuca y el pão de queijo, pequeños bollos calientes con queso en su masa.
• La moda de las carnes maduradas también ha alcanzado Rubaiyat: para dos personas, de más de 40 y 60 días de cámara.
La carne según Belarmino
Ignacio Medina- 29/07/2011